Un graffiti a cincel y martillo junto al castillo de l’Albiol

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Castell de l’Albiol

Texto: José Fco. Marín

Fotografias: Derviche&Company

Tratamiento postfotográfico: María G.

Tal vez lo de “graffiti” del título me vino sugerido por llamar la atención del posible lector. Hoy en día el arte del graffiti -qué se debe considerar como “graffiti”- está bastante decretado por los entendidos, aunque ello mismo vaya, pienso yo, en contra de su íntima naturaleza, un arte libre, creativo en cada una de sus piezas y en busca de nuevas formas.Existen en la actualidad muy buenas historias sobre este arte reciente del “graffiti”, su génesis y la filosofía interna de estas pintadas/pinturas, esencialmente urbanas. La verdad de haberme tomado esa libertad en el titulo es que todos los entendidos coinciden en decir que uno de los antecedentes del actual “graffiti” son las eternas pintadas, inscripciones y dibujos anónimos en paredes, árboles y objetos que de siempre encontramos por doquier. Desde las inscripciones con faltas de ortografías en las paredes de las viejas tabernas de Pompeya, redescubiertas al hacer emerger el edificio de las cenizas del Vesubio (que, por cierto, tales frases sirvieron a más de un erudito para ir poniendo señales al camino que va del latín vulgar a las lenguas romances) hasta las más recientes pintadas en la pared del más inusitado edificio o lugar, o la pintarrajeada puerta más pudenda de cualquier retrete. ¿Por qué, pues, no iba yo a considerar como uno de esos antecedentes del graffiti esa frase esculpida a cincel y martillo en una de las rocas de la cima del castillo de l’Albiol? Si su autor, al grabarla sobre la roca, no pensó en el carácter “efímero” que según los entendidos debe conllevar un graffiti, el tiempo, la lluvia, el hielo y las ventadas del lugar están socavando su solidez.

Un buen día de este mismo otoño en el castillo de l’Albiol, contemplando la maravillosa panorámica del paisaje que lo envuelve y que se nos ofrece desdela altura en que se asienta, al mirar desde la inmensidad del mar, de nuevo, a lo ínfimo y cercano, descubrí -en una de las grandes piedras que sobresalen y se asoman al vacío hacia el edificio de la parroquia- lo que me pareció una letra esculpida en la piedra. Vaciando suavemente con una ramita la tierra de su concavidad se fue formando una palabra que, resiguiéndola, me llevó a otra que, a su vez, dirigía su trazo a otra que le seguía. Y así, con paciencia, hasta descubrir que, más allá de la letra y las palabras, parecía emerger el principio de una frase. “¿Sicut lilium…?”, leyó sorprendida quien me acompañaba y que desde hacía tiempo observaba curiosamente sentada a mi lado. Y los dos seguimos en la tarea intentando aclarar las líneas del texto completo para una lectura segura: “…inter spinas sic…”. Hasta aquí nos parecía seguro. El texto estaba cincelado en el interior de un rectángulo cual burda demarcación contranatura de un mandala .

El graffiti en la roca

El graffiti en la roca

Pero el texto que seguía a continuación se resistía por lo tenue de sus incisiones en la piedra que el hielo del invierno y la erosión de los vientos había ido desgastando con el tiempo. El sol se ponía y la humedad lo cubría todo. Era mejor dejarlo, por el momento, para otro día. Como mínimo sabíamos que el texto estaba escrito en latín y nos parecía que se iniciaba con el versículo “Sicut lilium inter spinas…”, del libro del Cantar de los cantares. ¡Un texto bíblico, de la versión latina de la Vulgata, esculpido sobre una de las piedras del castillo de l’Albiol!

Al regresar a casa, íbamos, lógicamente, con la curiosidad de comprobar con exactitud de qué versículo del Cantar de lo cantares se trataba, en su versión latina de la Vulgata, hecha por San Jerónimo allá por el siglo IV.

Por de pronto, haciendo una mera aproximación con la traducción en castellano de la denominada “Biblia de Jerusalen”, que era la que teníamos a mano, nos parecía que podía tratarse del versículo segundo del capítulo dos del Cantar de los cantares. Aquel que allí, en la traducción hecha sobre textos originales en dicha versión de la “Biblia de Jerusalén”, aparecía traducido, después del versículo anterior (“Yo soy el narciso de Sarón, el lirio de los valles), de este modo: “Como el lirio entre los cardos/ así mi amada entre las mozas. Pero nosotros podíamos decir que, tras la tarea de limpieza y afloramiento del texto “albiolense”, este primer día habíamos llegado con cierta seguridad hasta un segmento de la traducción de la “Biblia de Jerusalén”. En traducción castellana habríamos hecho emerger algo así: “Como el lirio entre los cardos (las espinas), así…”

En nuestra próxima “campaña” ya teníamos bastante claro cual pudiera ser “el cuerpo” del texto que nos quedaba por hacer aflorar a una lectura segura. Pero tanto mi compañera de trabajo y excursión como yo, ambos, teníamos la duda de si, conociendo o sonándonos de antemano el texto descubierto, no habríamos interpretado incorrectamente la segunda palabra leyéndola como “lilium”. ¿Lilium o rosa? ¿No habríamos proyectado una lectura preconcebida, ya que los trazos de la palabra segunda, perdida en parte la profundidad de sus incisiones, eran tenues?

Y como la amistad de años y los avatares de la vida dan para la confianza, y el correo electrónico acorta tiempo y distancia, esa misma noche le escribimos una breve nota a Xabier Pikaza, teólogo y biblista, quien en su blog en Periodista digital, (http://blogs.periodistadigital.com/xpikaza.php) no hacía mucho había escrito sobre el Cantar de los cantares y los místicos. Fue rápido en contestar:

Hola, amigos…

La Vulgata oficial dice en el capítulo 2, versículos 1-2, “ Ego flos campi et lilium convallium. /Sicut lilium inter spinas sic amica mea inter filias.…. “

Como veréis en el doc. adjunto, de este texto hay unos ocho manuscritos con pequeñas diferencias de transcripción…. No es imposible que haya manuscritos que pongan “sicut rosa”. No tengo a mano una edición crítica de la Vulgata con las variantes en los manuscritos…. Pero el comentario de Víctor Morla Asensio al Cantar de los Cantares pone “rosa” en vez de “lirio”.

Un abrazo. Xabier

Sabiendo que existían al menos ocho posibles versiones de ese versículo del Cantar de los cantares y que el texto históricamente ha sido utilizadísimo tanto en la literartura religiosa como en la profana, nos propusimos ante todo llegar a tener una imagen segura de la inscripción esculpida en la roca, del “graffiti” del castillo de l’Albiol. Se trataba, pues, de limpiar con cuidado las incisiones para fotografiar y someter posteriormente las fotografías a un revelador técnico de contraste. Una vez hecho este trabajo de campo y enviadas las fotos para su tratamiento a María G. , que con asiduidad colabora en esta web de Bonretorn, cuando nos llegó el resultado de su trabajo, tuvimos la gran sorpresa, rompiéndonos todas nuestras anteriores expectativas e hipótesis. Pero incrementando la curiosidad aun más si cabe.

En el entretanto del tratamiento de las fotos no nos contuvimos de hablar y comentar con los amigos nuestro hallazgo. Y como no, para sorpresa nuestra Lluc Dalmases, quien durante meses había rastreado palmo a palmo el lugar de nuestro hallazgo durante la rehabilitación del castillo y su zona, no tuvo empacho en mirarnos con cierta sorna y decirnos: ¡nois, tothom la coneix!. Bien, ¿y sabes de alguien que la haya estudiado o interesado, que sepa a qué viene o quién la hizo? No. Y aquel día seguimos con nuestra cerveza en el bar de l’Albiol, disfrutando del paisaje, en buena compañía, sin sacudirnos la curiosidad de encima. Comenzamos a pensar que, si todos la conocían, alguien habría indagado con anterioridad a nosotros el asunto. Estábamos casi seguros de que, en cualquiera revista olvidada en el anaquel de una vieja biblioteca o en un cajón -entre papeles nunca publicados- en la mesa de trabajo de alguna persona curiosa, el enigma estaba resuelto…. pero olvidado. ¿Y por qué no resucitarlo aunque fuera solo para nuestra curiosidad personal?

Para no caer en la trampa de rehacer lo que otros, tal vez, ya habían encontrado, buscamos pistas entre los escritos de Enric Moreu, filólogo que rastreó la toponimia de los lugares de l’Albiol; en los del historiador Eufemià Fort… y algunos otros más, sin encontrar en ellos referencia a esta “curiosa” inscripción en la piedra junto al castillo de l’Albiol. Tras leer sus escritos sobre la zona, tuvimos la suerte de poder preguntarle directamente a Albert Manent. Nada sabía de ello.

Con el tiempo, el graffiti del castillo de l’Albiol, era curiosidad traída y llevada entre muchos de nuestros amigos. Incluso a uno de ellos, especialista en lenguas clásicas, curtido en mil batallas y de nuevo en la universidad, le escribimos:

Hola, A.
Volvimos del Sur y ya andamos por este país….
Nos acordamos de ti hace muy pocos días caminando por la serralada de Prades. Hemos encontrado esculpida en una roca (como un grafiti de antaño), en los aledaños del castillo de l’Albiol, lo que pudiera ser la frase bíblica del Cantar de los cantares (versión latina de la Vulgata), cap.2,2:
“Sicut lilium inter spinas, sic amica mea…” Nos preguntamos, mirando el paisaje, qué historia pudiera haber detrás. De seguro que la inscripción debe ser conocida por los historiadores locales… o pudiera ser un buen inicio,
hoy tan de moda, para una “historia” novelada . ¿La esculpiría un místico de algún desaparecido priorato o ermita de las que pertenecieron a Poblet en este territorio de la Sierra de Prades? Según rastreó Eufemià Fort, abundaron y quedan restos….”

A los pocos días él nos contestó:

Amics, salut…..

La frase bíblica “Sicut lilium inter spinas…” a primera vista em recorda el títol d’una poesia amorosa de l’Ausias March: “Llir entre cards…”
També em porta un record molt menys agradable: amb aquest lema hi havia una columneta d’opinió en el diari “Avui”, signada amb el nom de Salvador Sostres, que ja fa temps no es publica… afortunadament. Aquest Sostres escribia tot sovint articles de contingut racista, més propis d’una d’aquelles publicacions alemanyes dels anys trenta o quaranta, que no d’un diari barcelonès d’avui dia. Però els de ¨l’Avui” li varen publicar la columna durant anys, malgrat les nombroses queixes que, segons em consta de manera indubtable, arribaven tant a la redacció del diari com a la comissió de deontologia del Col.legi de Periodistes.

En fi, aixó és com gairebé totes les coses d’aquest món: la poesia també ens la poden manipular.

Abraçades

A.”

En fin, como ya dijimos, el tratamiento de las fotografías había dado su fruto. Desde esta página web damos las gracias a María G. Ella nos había hecho llegar el resultado de su trabajo. Como se puede ver, el texto esculpido en la piedra del castillo de l’Albiol dice taxativamente:Sicut lilium inter spinas sic Lucinia”


Sicut lilium inter spinas sicLucinia

O sea, que del tan traído y llevado texto bíblico y la posible identificación, a través de un graffiti centenario, de cual era la versión manuscrita del Cantar de los cantares usada -nos habíamos montado casi una hipótesis “científica” de bolillo- en aquella época por los monjes de Poblet y su zona religiosa de influencia, nada de nada. Nuestra inscripción era, realmente, un graffiti de lo más cotidiano y pedantesco. Y, por tanto, había que apuntar al amor humano, de carne y hueso, más que a los símbolos bíblicos del amor divino, aunque de él hubiera extraído nuestro “poeta” su materia prima. Con todo, delgada o regordeta, rasa o pechugona, Lucinia era para el anónimo autor del graffiti la encarcación absoluta del amor y la belleza. Del místico eremita en su peculiar capilla Sixtina desde la altura del paisaje de l’Albiol había que olvidarse. Y, consecuentes, nos pusimos al rastreo de un enamorado platónico para quien la lírica inspiradora a su alcance fuera el Cantar de los cantares; o de un enamorado instruido y hábil cantero, dejando un mensaje a su amada con el lenguaje que menos le comprometía ante los “poderes” (familia, padres, clase social, distancia,…) que la tenían secuestrada…. Tal vez, una sencilla y forzuda declaración de amor de un “pagés” al salir de la misa dominical de las 12, tras escuchar al cura un enfervorecido sermón del Amor Divino y su Amada.

Fuera quien fuere su autor y sus motivos, estaba bien claro que el graffiti del castillo incitó, de nuevo, nuestra curiosidad. Unas palabras de amor en un paisaje que cautiva daba para mucho. Y, por ello mismo, bien nos merecíamos una cerveza en el bar recién abierto, de nuevo, de l’Albiol. Estaba a rebozar de cazadores eufóricos y excursionistas “boletaires”. Y, por entre todos ellos, la mirada irónica de nuestro amigo Lluc se entrecruzó con la nuestra. Al trasluz de su jarra parece que nos decía: qué, xicots, heu solucionat el misteri?

El misterio, finalmente, se desveló de la manera más sencilla y directa. ¿Cómo? Preguntando por el tema a Joan, el cartero de toda la vida de l’Albiol. Joan Isern i Altés, de “cal Correu”, una de las personas que mejor sabe transmitir y comunicar todo sobre la historia cotidiana del pueblo y su entorno; de las familias y las masías. Una fuente documental oral para cualquiera que quiera conocer alguna cosa interesante relacionada con l’Albiol y su territorio. Todos los estudiosos (bueno, aquellos que señalan y reconocen sus fuentes, documentales u orales) le citan. Al preguntarle por el tema de la inscripción en la roca, él nos dijo algo parecido a lo que comentó Lluc en su día: hi és de sempre. Tothom ho sap”. Carai, sí, ¿pero quién hizo la inscripción? Y Joan nos mira, ¿con cierta compasión?, se sonríe, mira a un lado y otro, y nos cuenta la historia que él sabe. La que, hace ya tantos años, le transmitieron su padre y sus tíos. La historia de aquel joven que, cada verano, desde Barcelona venía con su familia a l’Albiol hospedándose -y, en ese momento, Joan mira por encima de su casa- en “Ca la Jepa”, una de las tabernas del pueblo y casa de hospedaje. El joven estaba enamorado, eternamente enamorado, de un amor imposible. Y se empeñó en dejar en la roca firme testimonio de su amor ¿En la piedra? En la piedra ¿Pero sabía esculpir él, un señorito de Barcelona? No, pero tenía “calés”. Y se la esculpió, la frase, uno que nada tenía pero que sabía leer y escribir, y manejar un cincel y dirigir un rebaño de cabras… y tantas y tantas cosas más. ¿Quién? Era hijo del secretario del ayuntamiento de l’Albiol. ¿No sería el Rull, el hijo del secretario Joan Rull i Lladó? Eso deben ser ustedes quienes lo documenten, ya que, dicen, siempre andan entre papeles y archivos. Y Joan Isern vuelve a sonreir, más con sus ojos que con la boca, mirándonos una y otra vez.

Vaya, nos dijimos, al final sería bueno que el autor material del graffiti fuera el anarquista Rull, traidor de sus compañeros libertarios y confidente de la policía de Barcelona. Que fueran sus manos, que colocaron tantas bombas en la ciudad condal, las que habían esculpido a golpe de cincel la adaptación de unos versos místicos del Cantar de los cantares. Aunque tampoco sería de extrañar, ambas cosas las habría hecho por dinero. Rull fue ejecutado en la cárcel Modelo de Barcelona el año 1908. Como apareció hace meses en esta misma web de Bonretorn.cat (13/06/2010), el escritor Antoni Dalmau ha escrito una documentada obra sobre el personaje, El cas Rull. Viure del terror a la Ciutat de les Bombes (1901-1908)”, Editorial Columna, 2008.

Lo dicho, un tema para una buena novela. Y todo ello a partir de un graffiti “bíblico” en la roca. Es que tiene delito rastrear las pequeñas cosas dejando de mirar el hermoso paisaje que se tiene delante desde el castillo de l’Albiol.

Cierto, cierto,…

¿Y ella…? ¿Quién era ella…, la Lucinia? Al contrario de Umberto Eco, nosotros tenemos el “nombre”, Lucinia, pero no la “rosa” ¿Qué perfume, qué color, qué prestancia tendría ella?

Oye, miremos, mejor, el paisaje… (Pesado, el chico)


2 comentaris a “Un graffiti a cincel y martillo junto al castillo de l’Albiol

  1. Yo he visto similar inscripción en un escudo de una casa de un pueblo de Burgos (Arauzo de Miel): sicut rosae inter spinas, sic amica mea inter filias.

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